
Cuando Eddie Palmieri ascendió a la tarima ubicada en la plaza caraqueña Diego Ibarra, miró hacia lo más profundo y levantó la mano con la esperanza de que quienes le miraban con binóculos desde la esquina Sociedad, recibieran el calor de un músico acostumbrado a lidiar con el pueblo, con las masas; a fin de cuentas, lo viene haciendo desde hace 61 años, cuando en el barrio latino de Nueva York decidiera conformar su primera agrupación.
Eduardo Palmieri, el menor del una familia de ascendencia boricua y corsa, se enfrentaba este sábado a uno de los públicos más exigentes de América Latina, pero que desde hace rato, gracias a su genialidad musical, se le rindió a punta de calidad. “El Sapo” sabía lo qué estaba haciendo cuando en compañía de Barry Roger e Ismael Quintana fundara en 1962 la orquesta La Perfecta. Una trilogía exquisita. Una voz para desarrollar la idea de dos genios. El sonido que habría de perdurar y que pudimos constatar este sábado en medio de una muchedumbre colmada de frenesí. En la Diego Ibarra la gente bailaba sola, se bamboleaba de un lado a otro, llevando el ritmo con el mismo sabor que Palmieri ponía en sus teclas. Ya lo había dicho el “Rompeteclas” en su rueda de periodistas el pasado viernes. “Sé que con mi música te voy a excitar”, y lo hizo. Allí lo que hubo fue un apareamiento musical entre el público y Palmieri, quien comenzó a sobar la teclas con La malanga y serguidamente con Tirándote flores y Muñeca. Éxitos de esta nueva Perfecta que se da el lujo de tener en su staff a la flautista Karen Joseph y a José Clausell en los timbales. A las indicaciones de un Palmieri inspirado, arropado por el manto de los dioses, se montaba en solos espectaculares, lidiando con los maravillosos trombones de Conrad Herwig (el mejor del jazz) en tanto Vicente Rivero (Pequeño Johny) y Orlando Vegas llevaran el ritmo con la conga y el bongó. En algún momento esperábamos el solo de “Pequeño Johnny”, pero el maestro Palmieri prefirió dejar gozar a los trombones para deleite del soberano que disfrutó El molestoso, Ritmo caliente y Sujétate la lengua, donde ese gigante del tres cubano, el puertorriqueño Nelson González se crece como el que más, aunque el pésimo sonido le jugó una que otra mala pasada con visible disgusto en pantalla manifestado por el pianista.
INESPERADO CUMPLEAÑOS FELIZ
Luego de darle sabroso al timbal en El molestoso y de hacer una moriquesta con la baqueta al estilo Tito Puente, Palmieri escuchó con asombro el cumpleaños feliz seguido de una torta inesperada, toda vez que su onomástico es el 15 de diciembre. Se habló de 55 años, pero La Perfecta tiene 50 y su vida musical suma 61 ruedas, contándolo desde los 14 años, cuando formó su primera orquesta. Esos 55 años son los que tiene de estar tocando con diversas agrupaciones musicales; 45 años lleva “El Sapo”en salas de grabación, con 35 trabajos con su propia banda. Total, que de igual manera se comió la torta y agradeció con dos números finales que la gente agradeció: Azúcar pa’ti y Oye lo que te conviene.
SONERO DE LOS BUENOS
Herman Olivera, el sonero de estos tiempos, su rango, merece nota destacada. Ya Edgar “Dolor” Quijada y Ronald Gómez, de Bailatino, habían calentado el ambiente en el plano salsoso. La voz de Francisco Pacheco se había colado en los tímpanos de los espectadores, de manera que Hermán Olivera no las tenía todas consigo, a pesar de su famia y Palmieri. Lo cierto es que tuvo que “apretar” para estar a la altura, y lo estuvo. El soneo de Olivera en cada pieza palmierana fue impecable. Saludó a sus fans, quienes se acercaron a darle la mano, y también a la Cantv, que cumplió 5 años de venezolanidad. Una fiesta de primera, de verdad que sí.
La Orquesta Latino Caribeña lo recibió con Lo que yo traigo es sabroso
Se ha hecho costumbre y la mayoría opina que debe continuar así. El maestro Palmieri fue a dictar cátedra y a recibir el afecto de los jóvenes músicos de la Orquesta Simón Bolívar Big Band Jazz y la Orquesta Latino Caribeña, en la sede del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, ubicada en el sector Quebrada Honda.
Todo estaba preparado para recibirlo. A las 9:30 arribó Palmieri a las instalaciones del Centro de Acción Social por la Música, con algunos miembros de su orquesta. Vestía blue jean y camisa negra y saco color mostaza. Allí le esperaban los muchachos de Antonio Abreu para, de entradita, interpretarle el Danzón N° 2 de Antonio Márquez, bajo la conducción del joven Manuel Jurado. La pieza le hizo recordar sus comienzos y el genial pianista confesó que le habían tocado el alma.
Pero no había terminado el agasajo musical para Palmieri. Luego fue conducido al Salón 1, donde le esperaban Linda Briceño y Alberto Vergara, dos talentos venezolanos que se pierden de vista. La primera, directora de la Simón Bolívar Big Band Jazz; el segundo, conduce la Orquesta Latino Caribeña Simón Bolívar.
Luego de saludar a Palmieri, Linda se lanzó con el número Palmas, del propio Palmieri y la Latino Caribeña se montó en Lo que yo traigo es sabroso, que popularizara La Perfecta con Ismael Quintana, sólo que en esta oportunidad lo interpretaron Charlie Guzmán y Juan Morales, dos pichones de sonero que cantan demasiado bien.
COMENZÓ LA RUMBA
Quienes tuvimos la suerte de presenciar la visita de Palmieri al Siste de Orquesta, presentíamos que algo bueno habría de suceder. Había un piano solitario en medio de la sala, y en medio de la pieza, Guzmán y Morales invitan a Palmieri a que se suba al piano. No lo piensa dos veces y “El Sapo” comienza a croar como los mejores de su especie.
Conrad Herwig y Brian Lynch se fueron al medio del patio; uno con su trombón y el otro con la trompeta para acompañar a Palmieri. El joven bajista Luques Curtis, alumno del gran Andy González, descargó sabroso en el bajo y el gran Nelson González abrió el estuche del tres para dejar sentada su maestría.
¡Señores! se formó la rumba, le dijo Alberto Vergara a sus músicos de la Latino Caribeña. Aquello fue de pronóstico, en verdad un momento indescriptible, donde la emoción sobrecogió a los presentes. Frenesí al extremo. Emoción contagiante, mucho más cuando el maestro comenzó a sonear, entablando conversación con el pianista de la Latino Caribeña. Se codeó Darwin Manzi con Lynch. Todo el mundo compartiendo musicalmente, sin necesidad de tanto rollo. ¡Los mejores con el mejor!
ÁNGEL MÉNDEZ/CIUDAD CCS