Heil Hitler Sacerdotes haciendo el saludo Nazi en un encuentro de la Juventud Católica en el estadio de Berlin-Neukolln en agosto de 1933
Aunque la Iglesia Católica se ha querido desmarcar fuertemente del Nazismo y el Papa Benedicto XVI ha condenado duramente el nazismo durante una visita a una sinagoga alemana, no podemos cerrar los ojos a la historia y ver qué fue lo que realmente ocurrió en esos funestos años.
Traemos 2 análisis, uno por el filósofo Michael Onfray y el otro por el escritor John Cornwell sobre la relación de la Iglesia con el Nazismo antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
«Estamos convencidos de que la gente necesita y requiere esta fe. Por lo tanto hemos llevado a cabo la lucha contra el movimiento ateo, y esto no sólo con unas pocas declaraciones teóricas: lo hemos aplastado.»
(Adolf Hitler, en un discurso en Berlín, 24 de octubre de 1933).
Obispos Católicos haciendo el saludo Nazi en honor a Hitler
Al empezar la escalada nazi, se puso en práctica un pacto entre el partido nazi y la Iglesia Católica, en la cual, la mayoría de la Iglesia colaboró con su silencio, y el nazismo dejaría a la Iglesia sobrevivir, al menos por esos años. A ese pacto se le llamó «Concordato». El concordato hecho entre el Vaticano y Hitler, era para acordar que la Iglesia no se iba a entrometer de manera oficial en la política Nazi y de ningún país ocupado por ellos, a cambio Hitler desistiría de formar una religión propia, además también evitaban que los nazis tomaran a los católicos como enemigos. Eugenio Pacelli, también conocido como el Papa Pio XII de 1939 a 1958. Diplomático brillante, político astuto y cruzado religioso. Fue designado Nuncio Papal en Alemania en 1920, transformándose así en el primer Nuncio en ese país desde el siglo XVI. Él, más que cualquier otro extranjero, ayuda a Hitler a llegar al poder. Personaje principal del siglo XX. Transforma al Vaticano en un instrumento político global. Su obsesión era el comunismo y así se transforma en uno de los principales instigadores de la Guerra Fría.
El 20 de Abril de 1939, el Arzobispo Cesare Orsenigo, nuncio Papal en Berlin, celebra el cumpleaños de Hitler.
Las celebraciones iniciadas por Pacelli (Papa Pio XII) se transformaron en una tradición. Cada 20 de Abril el Cardinal Bertram de Berlin enviaba sus:
«más calurosas felicitaciones al Fuhrer en nombre de los obispos y las diócesis de Alemania con las fervientes plegarias que los Católicos de Alemania envían al cielo desde sus altares.»
El 15 de Noviembre de 1933 más de mil Diaconisas y Monjas Luteranas se reúnen bajo la esvástica. El Obispo de Berlín en su discurso dijo: “permítanme comparar a nuestras hermanas con la SA!” (el grupo paramilitar nazi)
(Quizás sea coincidencia, pero hasta la forma de la reunión tiene una semejanza a una esvástica gigante.
La adopción de la esvástica como emblema nazi quizás tiene su origen en las suásticas que adornaban los portales del monasterio de Lambach, donde Hitler había sido miembro del coro como niño).
Los judíos fueron las primeras víctimas del Concordato: luego de su firma , el 14 de julio de 1933, Hitler dijo a su gabinete que el tratado había creado una atmósfera de confianza “especialmente significativa en la lucha urgente contra el judaísmo internacional”. Aseguraba que la Iglesia Católica le había dado su bendición pública, en el país y afuera, al nacional – socialismo, incluida su posición antisemita.
Durante los años ´30, a medida que el antisemitismo nazi crecía en Alemania, Pacelli no se quejó ni siquiera en nombre de los judios convertidos al catolicismo: para él, era cuestión de política interna.
En enero de 1937, tres cardenales y dos obispos alemanes viajaron al Vaticano para pedir una vigorosa protesta contra la persecución nazi de la Iglesia Católica, a la que se le habían suprimido todas las formas de actividad con excepción de los servicios religiosos. Finalmente, Pío XI decidió lanzar una encíclica, escrita bajo la dirección de Pacelli, donde no había ninguna condena explícita al antisemitismo.