Cierta vez Alfredo Maneiro me dijo que sus poetas predilectos, no venezolanos, eran Miguel Hernández y Cesar Vallejo. Dos grandes entre los más grandes del mundo. Dos gigantes de la poesía. Ambos comunistas, por cierto.
De los nuestros valoraba muchísimo a Gustavo Pereira. Fue, por cierto, a través de Alfredo que conocí personalmente a Gustavo, visitándolo ambos en su casa en París, cuando estaba haciendo, creo, un doctorado en literatura suramericana o algo así. Supongo que fue en el año 1980, si mis cálculos no se equivocan.
También Gustavo es comunista, pero eso no quiere decir nada poéticamente hablando. Yo he conocido a muchos camaradas que como poeta son bien majunches.
También me parece haber oído a Alfredo encomiar al Rafael Cadenas de Derrota. Pero no lo preciso del todo. Ahora yo pienso que Cadenas nunca superó aquella derrota y se quedó engatillado
Aunque a Vallejo me lo nombró como poeta preferido, hoy no alcanzo a recordar ningún comentario específico sobre él.
Ya se ve que de la memoria no ando muy bien.
A veces el tiempo va desdibujando algunas cosas.
A Miguel Hernández, tal como dije al principio, lo tenía Alfredo en muy alta estima. Se sabía completa la elegía a Ramón Sijé. Y también algunos versos de la elegía a la novia, panadera que se quedó sin casar. Eso sí lo recuerdo perfectamente. En ese punto coincidíamos los dos.
Ahora que se cumplen en 2010 los cien años del nacimiento de Miguel Hernández, su nombre suena a cada rato. Miguel ha renacido desde su propia juventud y viaja por el mundo. Son muchos los homenajes, las reediciones y también las referencias a su persona y a su obra.
Cada vez que las oigo, la mente me traslada treinta años atrás y pienso en Alfredo que se fue, igual, tan prematuramente.
Y martillan los versos en mi cerebro:
Yo quiero ser llorando el hortelano,
De la tierra que ocupas y estercolas,
Compañero del alma, tan temprano.